Oscuridad… la de los ojos cerrados,
aquella que no es tan negra como tememos ni tan clara como deseamos; la que
guarda los secretos, la que protege a los seres descarriados y que tantas veces
nos cobija con sus frías alas…
Intentar entrar en ella y acabar con lo
que ella ama, con lo que la hace más fuerte que la luz, tratar de aniquilarla
con la luz misma… como se enciende una fogata en el mar, si se necesita calor
en medio de tanto frió.
La misma que nos deja solos, a su lado,
haciéndonos presos por desearla para no sentirnos tan vacíos por no tener la
valentía de vernos solos, de vernos como venimos. Por temor de irnos como lo haremos, hagamos
lo que hagamos.
La misma que nos jura poder y derrocha fantasías
en un alma bacía que ni juicio a de encontrar, llevándola al abismo sin salida…
Un deseo corre por mi mente, y su
solución se encuentra detrás de las murallas frente a mi, cruzarlas implica
entrar en ese mundo, jugar con sus reglas para romperlas, desafiar a la
oscuridad para matar al fruto de su ser.
La sangre es débil, los lasos fuertes y
el corazón necio, ella lo sabe, lo usa para su beneficio, para debilitarme;
colocarme entre ambos caminos, romper el linaje o inclinarme. Saber que tantos
sufrirán por la propia felicidad es egoísta, dejar el reconocimiento y el gozo
propio nos convierte en héroes, tan anónimos que jamás seremos recordados, y
aunque la oscuridad cierne sobre este que llamamos mundo y todo este bajo su
mando desde ahora para siempre, mejor morir intentando que vivir sabiendo que
no manchamos nuestras manos de rojo para pintar el camino asta nuestra
eternidad…
(Wildy Bee Ghon)
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